Hoy en día muchas mujeres acuden a la consulta, con mucha angustia, ya que quieren ser madres y no pueden. Llevan mucho tiempo buscando a su bebé y no consiguen tenerlo, esto hace que se sientan deprimidas, ansiosas y muy desesperanzadas. Muchas mujeres deciden someterse a tratamientos de fertilidad y a pesar del elevado coste psicológico y físico al que tienen que ser sometidas, no consiguen el deseado rol de madre.
A menudo me encuentro muchas mujeres con ideas fantaseadas acerca de la maternidad y sobre el rol de madre. La sociedad presiona a las mujeres al llegar a determinada edad a tener hijos y transmite ideas muchas veces equivocadas acerca de la maternidad.
La maternidad es una etapa en la vida de las mujeres gratificante, pero es una etapa que hace que la mujer muchas veces se vuelque plenamente en el cuidado diario de su bebé y en ocasiones se olvide de ella.
La mujer que decide ser madre debe intentar ejercer su rol materno sin por ello olvidarse de su rol de mujer, su rol de amiga, su rol de trabajadora, su rol de pareja si la tiene, y toda su esencia.
El rol materno filial es uno de los vínculos más importantes para consolidar lo que algún día será la personalidad adulta de nuestro bebé y en el vínculo con su bebé, las madres transmiten toda su esencia y todas sus sombras. El bebé en muchas ocasiones expresa lo que no es capaz de expresar su madre, bien porque la madre desconoce lo que le acontece o bien porque la presión social por ser una super madre no le permite expresarlo.
Las mujeres hemos sido educadas desde la infancia en el rol de cuidadoras de los demás y en multitud de ocasiones, nos olvidamos de que existimos para ceder nuestro espacio personal a los demás. La mujer que decide ser madre debe intentar ejercer su rol materno sin por ello olvidarse de su rol de mujer, su rol de amiga, su rol de trabajadora, su rol de pareja si la tiene, y toda su esencia.